lunes, 31 de julio de 2017

SERAN CUENTOS CHINOS DE ABEL EN SU BLOG...?

A 40 años de la verdadera Revolución Capitalista

julio 31, 2017
Deng
No quiero que termine este mes de julio sin recordar algunos aniversarios más (cuando hay poco tiempo para desarrollar temas, uno debe recurrir a las efemérides). Todavía no se me ocurrió nada para conmemorar los 10 años del blog, pero mi amigo Fernando Del Corro preparó un breve resumen de un acontecimiento mucho más importante. Este mes se cumplen 40 años del comienzo de las reformas económicas en China.
En mi opinión, ese es el verdadero comienzo de la actual etapa del capitalismo global, y no los mandatos de Thatcher y de Reagan. Porque es lo que la hizo posible. La irrupción de centenares de millones de trabajadores, desde un nivel de vida que era entonces apenas de subsistencia, permitió a los empresarios la desarticulación del movimiento obrero en EE.UU. y Europa Occidental, convirtió a China en el taller del mundo, y a “Occidente” en un casino financiero. Con muy buena tecnología, eso sí.
Nada dura para siempre. Hay demasiadas señales que estamos asistiendo al final de esta etapa. Pero vale mucho la pena saber como empezó. Y como no puedo resistir la tentación, agrego un comentario muy corto.
“El 22 de julio de 1977 el Comité Central del Partido Comunista de la República Popular China terminó con la ortodoxia maoísta implementada durante los 28 años previos e inició un camino de reformas. Adoptó un sistema económico capitalista bajo un férreo control estatal, que ha llevado al país a convertirse en la principal economía planetaria,  con un producto interno bruto por poder de compra (PIB PPP) de 21,14 billones de dólares estadounidenses en 2016 por delante de los 18,56 billones de los Estados Unidos de América.
Ese 22 de julio el PC restableció en sus viejos cargos a Deng Xiaoping, quien había sido destituido tiempo atrás por la llamada “Banda de los Cuatro”, liderada por la viuda de Mao Zedong, Jian Qing. Ella, en compañía con los dirigentes Zhang Chunqiao, Yao Wenyuan y Wang Hongwen, todos estos de Shanghai, llevaron adelante la “Revolución Cultural” impulsada por Mao a partir de 1966, en el marco de su confrontación con el primer ministro soviético Nikita Jruschov.
Los conflictos internos en la dirigencia comunista alrededor de las políticas económicas ya se habían iniciado hacia 1961, aún durante la firme conducción de Mao, cuando muchos consideraron fracasado el “Gran Salto Adelante” lanzado por éste en 1958: El abandono de la tradicional política agraria china reemplazado por un sistema de colectivización forzosa que terminó con los pequeños productores mientras se impulsaba una industrialización acelerada.
Fue así que a partir de los problemas generados por el “Gran Salto Adelante” crecieron en el PC dirigentes como Liu Shaoqi, Peng Zhen y Deng Xiaoping, protegido éste por el número dos de la Revolución China, el canciller Zhou Enlai. Se debilitó el poder de Mao, por lo cual reaccionó impulsando la “Revolución Cultural” en 1966 que incluyó la destrucción de monumentos milenarios.
Al morir Mao en septiembre de 1976 la “Banda de los Cuatro” arreció en la persecución de los disidentes. Algunos, como Deng, fueron destituidos de sus cargos y hasta encarcelados, y en el caso de éste, responsabilizado como promotor de los incidentes en la Plaza de Tian’anmen por lo que fue relevado como viceprimer ministro, vicepresidente del PC y jefe del Estado Mayor del Ejército Popular de Liberación en abril de 1977.
Pero los desplazados fueron recuperando el poder y así Deng fue repuesto en sus cargos tres meses después para convertirse en la figura dominante, tras la muerte de Zhou en diciembre de 1978, con pleno respaldo del Ejército. En 1981 hizo aplicar duras condenas a los integrantes de la “Banda de los Cuatro” mientras inició un proceso de cambios y que en materia económica se denominó “Socialismo con características chinas”.
Hasta comienzos de los años 1980 el eje de esa política se basó en la descolectivización de la tierra, la autorización para los emprendimientos privados y la apertura para las inversiones extranjeras, mientras que hacia fines de esa década se incluyeron la privatización de empresas estatales y se eliminaron los controles de precios y normas proteccionistas. Aunque permanecieron en el área pública la banca y el sector petrolero.
Ya para 2005 el sector privado generaba el 70 por ciento del PIB que desde las reformas había crecido, hacia 2010, a razón del 9,5% anual. Esa cifra luego disminuyó para situarse en el 7,3% en 2014, 6,9% en 2015 y 6,7% en 2016, estando compuesto el mismo en un 42,4% por los servicios, en un 29,3% por la industria y en un 28,3% por la agricultura, mientras sus exportaciones alcanzan al 22% del mismo y sus importaciones al 16,5%, lo que le han generado una acumulación de recursos que han convertido al país en el principal acreedor de bonos del Tesoro estadounidense, aunque todo ello bajo un férreo control de la conducción del PC”.
Charlando con un amigo, señalé que el derrumbe de la economía centralizada de la Unión Soviética y el éxito económico del modelo chino, se había convertido, incidentalmente, en un argumento de los apologistas del capitalismo. Omitiendo, por supuesto, el papel fundamental del Estado en ese modelo.
Mi amigo acotó “Hasta ahora, funciona bien sólo en Asia Oriental”.
Mi respuesta, medio en broma medio en serio, fue “Parece que un requisito necesario es la cultura confuciana, o el sistema leninista de control de la sociedad”.
Él cerró el tema “No les des ideas”.

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