viernes, 8 de julio de 2016

MOVIMIENTO EVITA, LA IDENTIDAD KIRCHNERISTA. PABLO VERA

Movimiento Evita: “Vamos a armar un espacio interno para proteger la identidad kirchnerista”

La salida del Movimiento Evita del bloque kirchnerista en Diputados y los devaneos con Sergio Massa no solo han provocado una fractura en el Frente para la Victoria sino al interior del Evita. Aquí Pablo Vera, jefe de gabinete avellanedense y cofundador de la organización, anticipa la creación de un espacio interno.
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Por José Cornejo
AGENCIA PACO URONDO: ¿Cuál es tu opinión sobre la ruptura del Movimiento Evita del bloque del Frente para la Victoria en Diputados?

PABLO VERA: Muy en desacuerdo, por varias razones. Uno, la ruptura es funcional al macrismo, porque debilita al principal espacio opositor del Congreso. Dos, desconoce el liderazgo de Cristina Fernández de Kirchner (CFK), que está bajo un ataque del partido judicial. Tres, responde más a internas administrativas y a la lógica legislativa que al hacer concreto de la militancia y a las urgencias de la gente de a pie. Cuatro, algo muy grave, está al servicio de la agenda mediática.

Las explicaciones posteriores son aún más preocupantes. Se convoca a una unidad en abstracto. Para construir un frente antimacrista tiene que haber actores reales, un sujeto social. Se parte articulando ese frente social y después se convoca a la unidad. Sino, es un frente de dirigentes. Hay que pensar en términos movimientistas ¡no en acuerdos de cúpulas! Entonces sí: el frente social antimacrista, subrayo social, debe ser antiliberal y de ahí discutir las nuevas demandas. La ley es el resultado de un proceso de acumulación y organización anterior. Voy a decirte una perogrullada, pero increíblemente es necesario: la ley es una institucionalización del conflicto, sin conflicto no hay ley.

APU: ¿Desde qué lugar te parece que puede convocar a la unidad el M-Evita?

PV: Mirá, para convocar a la unidad vos tenés que tener una entidad política, un peso, una envergadura. Nosotros sobreestimamos nuestra fuerza y subestimamos las demás. Podemos convocar la unidad, pero desde nuestra propia singularidad. Y nuestra singularidad es ser kirchneristas, que es la fuerza político social que conduce, subrayo de nuevo conduce, CFK. ¿Sabés por qué nuestra singularidad es indisociable de Cristina? Porque el Movimiento Evita, como todo movimiento, se formó de partes preexistentes. Que teníamos muchísimas diferencias. El punto de unidad fueron Néstor Kirchner primero y Cristina Fernández después. Desde esa imagen se sumaron también los nuevos militantes. Entonces: cuestionar a Cristina es cuestionar la propia unidad de Evita. ¿Desde qué lugar puede llamar el Evita a la unidad si al cuestionar a CFK empieza a desgranarse?

APU: ¿Cómo se salda esa diferencia al interior del M-Evita?

PV: Nosotros vamos a armar un espacio interno. Para poder discutir cuestiones de fondo. Para que haya un espacio para expresar las diferencias. Y sobre todo para proteger la identidad kirchnerista, que con este episodio ha sido puesta en duda. Sabemos que la nuestra es una posición minoritaria, pero sin falsa modestia, es la posición correcta.

APU: Tu argumento va a ser descalificado afirmando que el Movimiento Evita de Avellaneda tiene una alianza política con el intendente Jorge Ferraresi. Un intendente muy K.

PV: ¿Qué tiene que ver todo esto con la gestión local? Para mí sería mucho más fácil encerrarme en el distrito y no dedicar energías a esta discusión. El Movimiento Evita tiene que reconstruir su identidad política y encontrarse con los verdaderos problemas del kirchnerismo. Estos no están en el Palacio del Congreso sino en la agenda que la ex presidenta señaló en el acto de masas de Comodoro Py. Hay que construir y acumular en el marco de un frente antimacrista. Hace falta construir el camino social, el de las necesidades reales.

miércoles, 6 de julio de 2016

9 DE JULIO: DE SAN MARTIN A MACRI -- REVISTA ZOOM

9 de julio: de San Martín a Macri (segunda parte)

Segunda de la serie de tres entregas a 200 años de la independencia argentina
Casa Histórica de la Independencia - Tucumán | Flickr
Casa Histórica de la Independencia – Tucumán | Flickr

3. La primera independencia declarada en territorio de lo que hoy es la Argentina
Artigas, padre fundador del partido popular y del federalismo en estas tierras asume que su causa es la americana y no sólo la rioplatense y, mucho menos, la uruguaya, que no se consideraba a sí misma más que como la Banda Oriental del Río de la Plata. Por eso es tan falso cuando historiadores liberales a ambas orillas del Plata lo presentan como un libertador uruguayo tanto como cuando lo hacen como un argentino. Cuando Montevideo, todavía a las órdenes del virrey Francisco Javier de Elío, era uno de los bastiones contra la Revolución de Mayo, Artigas en Mercedes, donde había establecido su cuartel general, lanza su proclama a los orientales: “Tiemblen esos tiranos por haber excitado nuestro enojo, sin advertir que los americanos del sur están dispuestos a defender su patria y a morir antes con honor, que vivir con ignominia en afrentoso cautiverio”. La patria para Artigas es, sin duda, América del Sur.

Sin embargo, ese patriota oriental será una y otra vez traicionado por los gobiernos de Buenos Aires. La primera vez, en octubre de 1811, cuando el Triunvirato llegó a un acuerdo con el virrey Elío, poniendo fin al sitio de Montevideo, con la excusa de que los portugueses habían invadido por primera vez la Banda Oriental pero con el objetivo de sacarse de encima al mismísimo Artigas.

El liderazgo indiscutido de Artigas sobre la Banda Oriental nacerá a partir de la redota o éxodo popular de Montevideo. Esa heroica caminata de más de 500 km con más de 15.000 personas templó la fibra del pueblo oriental. Con la redota, Artigas había interpretado el corazón del pueblo oriental que no quería abandonar las armas para continuar la lucha contra los colonialistas de Elío hasta desalojarlo y, a la vez, hacer frente a los invasores portugueses.
“El liderazgo indiscutido de Artigas sobre la Banda Oriental nacerá a partir de la redota o éxodo popular de Montevideo”
Consideramos que la impronta de Artigas, que configura su amenazante peligrosidad, era que su poder se sustentaba sobre las clases oprimidas del movimiento nacional. Don José compartía las prácticas, los entretenimientos y las formas de vida de esos gauchos, despreciados por los hombres de levita de las ciudades capitales. Artigas se entendía también en el lenguaje de aquellos jinetes rudos de pocas palabras y muchas veces mechadas de guaraní, idioma que según cuentan manejaba perfectamente el Protector de los Pueblos Libres.

Cuando la situación del director supremo se hace insostenible y Alvear renuncia, se nombra director supremo a Rondeau (que estaba al frente del Ejército del Norte), siendo Álvarez Thomas director sustituto.

Son realmente los tiempos del pináculo de la hegemonía de Artigas en el Río de la Plata. Álvarez Thomas, se presenta como un aliado del federalismo artiguista. De hecho, adoptó muchas medidas que lo congraciaban con Artigas y los caudillos provinciales, parándose claramente como un acérrimo opositor al gobierno anterior de Alvear. Sin embargo, es posible dudar de sus buenas intenciones de ese sujeto como lo hace Galasso.

Álvarez Thomas arma una comisión que le propone al Protector: “Buenos Aires reconoce la independencia de la Banda Oriental del Uruguay, renunciando a los derechos que por el anterior régimen le pertenecían”. Era lo mismo que había propuesto Alvear, dejando el Paraná como límite oriental del hinterland de Buenos Aires. Eso sí que era no comprender a Artigas. Buenos Aires volvía a equivocarse en el trato con los caudillos. “La Banda Oriental -postulaba Artigas en esa negociación- entra en el rol para formar el Estado denominado ‘Provincias Unidas del Río de la Plata”.

El fracaso de la misión negociadora precipitó los acontecimientos y obligó al Protector a una rápida respuesta respecto del futuro de sus relaciones con el gobierno porteño. En abril, Artigas empieza a preparar el Congreso de Oriente.
“El Congreso de Oriente, celebrado en Arroyo de la China, hoy Concepción del Uruguay, Entre Ríos, ha sido uno de los eventos más ninguneados por los historiadores”
Es el odio de la historia oficial y particularmente de Bartolomé Mitre contra Artigas lo que hizo desaparecer de nuestra historia a este importante congreso que reunió a representantes de la mayoría de las provincias de lo que hoy constituye la República Argentina. El Congreso de la Confederación de los Pueblos Libres cayó de ex profeso en el olvido por los historiadores liberales en esa magnífica sabiduría con que fue organizada la ignorancia del país, parafraseando a Scalabrini Ortiz.

El Congreso de Oriente, celebrado en Arroyo de la China, hoy Concepción del Uruguay, Entre Ríos, ha sido uno de los eventos más ninguneados por los historiadores. En la historiografía oficial se lo desconoce por la falta de formalidad del congreso. En realidad se lo ha menospreciado porque se apartó de los modelos institucionales europeos que la historia oficial ha legitimado. Generalmente lo que se hace es ignorarlo como si no hubiera existido.

“Este Congreso de Oriente será la última vez en la historia de los argentinos, en que los indios, los olvidados y siempre explotados habitantes del continente nuevo, al igual que los hombres del color que fuesen, elegirán sus diputados, y serán ellos mismos autoridades legítimas, entendiendo a la Confederación de los Pueblos Libres como su propia patria” dice el historiador misionero Salvador Cabral.

El contenido del Congreso de Oriente no se ornamentó de pompa, ni tampoco fue conforme a la forma de las grandes sesiones adornadas con floridos discursos de señores biempensantes con formación europea, como era de estilo en aquellos tiempos. No hacía falta discutir demasiado para tomar las decisiones expresadas por Artigas, como síntesis del poder político constituido en la Liga de los Pueblos Libres y como su Protector: la declaración de independencia, la organización del Estado federal, más la creación de un gobierno interno. El congreso sólo homologó lo que ya se venía discutiendo y era la parte sustancial del mandato de sus congresales. Independencia y federalismo fueron sus conclusiones fundantes.
“El Congreso de Tucumán abrió sus sesiones el 24 de marzo de 1816. A efectos de desarrollar sus debates se alquiló una casona colonial, propiedad de Francisca Bazán de Laguna, cercana a la plaza principal, que quedará en la historia como la Casa de Tucumán”
El gran problema para el reconocimiento historiográfico del Congreso de Oriente es que sus actas se perdieron, no quedando constancia documental de sus debates. No obstante, el testimonio oral de algunos de los participantes permite reconstruir el contenido de sus deliberaciones.

La clave, no tanto del Congreso de Oriente, sino de la viabilidad del mismo como fuerza de estructuración hegemónica de la futura nación, era la participación de la provincia de Córdoba, por su ubicación estratégica. En efecto, por Córdoba pasaban los caminos que comunicaban a Buenos Aires con el resto de las provincias del norte. Si Córdoba se hubiera jugado por permanecer junto a Artigas y le hubiera dado la espalda al Directorio, podría haber significado un giro drástico en los acontecimientos históricos de la futura Argentina. Sin Córdoba es muy posible que la convocatoria al Congreso de Tucumán hubiera fracasado. Córdoba con su política ambigua fue la única provincia que participó en los dos congresos.

4. Circunstancias de la convocatoria a Tucumán
Una vez en el poder, Álvarez Thomas reproduce la política porteñista contra la que se había levantado en Fontezuela, acabando rápidamente con la luz de esperanza que había encendido. Pero su obra de gobierno más trascendente fue la convocatoria a un Congreso Constituyente en la ciudad de San Miguel de Tucumán.

La situación no podía ser peor. En Europa una restauración conservadora luego de la caída de Napoleón se juntaba en el Congreso de Viena. Al mismo tiempo que se constituye el Congreso de Tucumán, se va consolidando un gran ejército colonialista en el Alto Perú al mando de José de la Serna, que amenazaba con bajar en cualquier momento. Pensemos que Tucumán quedaba a menos de unos centenares de kilómetros de dónde estaba asentado ese ejército reaccionario. Al mismo tiempo y aprovechando la ocasión, los portugueses invaden nuevamente la Banda Oriental, aunque con un guiño de Buenos Aires (que con esta traición encuentra por enésima vez la oportunidad de librarse de Artigas).

Estas son las condiciones francamente adversas en la que se reunió el Congreso convocado en Tucumán. Así van llegando los congresales, después de viajar, los que vienen de zonas lejanas por más de tres meses en carretas de bueyes o, los privilegiados que pueden costarlas, treinta días en galeras de cuatro caballos. Los diputados fueron elegidos, a razón de uno por cada cinco mil habitantes de ciudades y villas.
“La declaración de la independencia, votada por el congreso el 9 de julio de 1816, debe ser vista en perspectiva de una acción política que comienza con las revoluciones políticas estalladas frente a la acefalía del gobierno español”
El Congreso de Tucumán abrió sus sesiones el 24 de marzo de 1816. A efectos de desarrollar sus debates se alquiló una casona colonial, propiedad de Francisca Bazán de Laguna, cercana a la plaza principal, que quedará en la historia como la “Casa de Tucumán”. Allí se reunieron treinta y tres congresales de los cuales dieciocho eran doctores en leyes, once eran sacerdotes y cuatro militares. Tuvieron representación catorce provincias, tres de las cuales pertenecientes a la actual Bolivia, el resto de Argentina. Córdoba también estuvo presente, siendo la única que participó de los dos congresos, el de Arroyo de la China y el de Tucumán. Con la particularidad de que José Antonio Cabrera fue diputado en ambos. Las provincias bajo la influencia de Artigas no fueron siquiera invitadas.

La declaración de la independencia, votada por el congreso el 9 de julio de 1816, debe ser vista en perspectiva de una acción política que comienza con las revoluciones políticas estalladas frente a la acefalía del gobierno español. Sin embargo, la ruptura de esa lógica revolucionaria con base en la libertad (antiabsolutista) y la soberanía (reversión en el pueblo de la misma) hasta llegar a una revolución nacional que tiene en la idea de patria americana o sudamericana su base conceptual, en realidad se origina en la violencia con que los realistas reaccionaron ante el hecho revolucionario y juntista americano, lo cual a su vez fue la base para que las fuerzas colonialistas entendieran que había que defender las posesiones coloniales del imperio español a capa y espada.

(continuará)

TIEMPO ARGENTINO CON TODAS LAS PALABRAS


martes, 5 de julio de 2016

Martín Becerra: “Es muy empobrecedora la mirada del gobierno sobre el periodismo independiente” -- REVISTA ZOOM

Martín Becerra: “Es muy empobrecedora la mirada del gobierno sobre el periodismo independiente”

¿Cómo está el escenario actual y qué quedó de la "batalla cultural"?
Georgina García
Georgina García
A menos de un mes de asumir como presidente, Mauricio Macri ordenó la intervención de los organismos de aplicación de las leyes de Servicios de Comunicación Audiovisual y Argentina Digital, Afsca y Aftic. Días después, mediante un decreto de necesidad y urgencia (267/15), los disolvió y unificó en el Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom). Desde ese momento el organismo funciona con un directorio de cuatro miembros: un presidente (Miguel de Godoy) y tres directores (Alejandro Pereyra, Heber Martínez y Silvana Giudici). Todos fueron nombrados por el Poder Ejecutivo y son el número necesario para obtener quórum. Hace unos días la Comisión de Seguimiento de la Comunicación Audiovisual propuso a dos integrantes, de acuerdo a la conformación parlamentaria, para que se sumen a ese directorio: Miguel Giubergia por Cambiemos y Claudio Ambrosini por el Frente Renovador. El Frente para la Victoria decidió dejar vacante su lugar en señal de rechazo al decreto, que también establece que todos los directores del Enacom pueden ser removidos “sin expresión de causa” por el presidente de la Nación. El mismo decreto 267/15 modificó ambas normas sancionadas por el Congreso en 2009 y 2014 y estableció la creación de una comisión coordinada por Giudici que debe elaborar un anteproyecto de ley de comunicaciones que las unifique. 

Martín Becerra es doctor en comunicación, investigador independiente del Conicet, profesor de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad Nacional de Quilmes y escribió, entre otros libros, De la concentración a la convergencia. Políticas de medios en Argentina y América Latina. En esta entrevista analiza el escenario de regulación de medios que se está construyendo desde el gobierno nacional, cómo afecta esta coyuntura a los medios alternativos y populares y a los trabajadores de prensa, y revisa la política comunicacional de los últimos años.

¿Había necesidad y urgencia en modificar esta normativa?
Lo de la necesidad es subjetivo. Urgencia no había, de hecho algunas de las modificaciones que hicieron no necesitaban de la realización de un decreto como el 267. Ya habían intervenido los órganos de aplicación de las leyes. Había una intervención que dependía exclusivamente del presidente y a partir de la cual podían desarrollar algunas resoluciones que fuesen necesarias, vistas desde la necesidad de funcionamiento de estas actividades. A menos que entendamos la necesidad no como de interés publico sino de interés corporativo de algunos actores industriales de estas actividades, que sí necesitaban la intervención estatal, para que pusieran fin a los procesos de adecuación espantosamente gestionados por el kirchenrismo. Otra necesidad que les resultó muy conveniente fue la prorroga de todas las licencias de radio y televisión.

Una de las primeras medidas del Enacom fue la de archivar los planes de adecuación anteriores.
Claro, porque al elevar los límites de concentración deviene en abstracto todo proceso de adecuación, ya que era una adecuación a los límites de concentración establecidos por la LSCA. En algún caso retocados por ley de telecomunicaciones pero todos los límites fueron elevados por el DNU. En lo que hace a medios de televisión abierta y de radio, los límites fueron elevados de 10 a 15 a nivel nacional. En TV por cable fueron eliminados lisa y llanamente al considerar a la TV por cable un servicio de telecomunicaciones.

Hay un concepto clave para el gobierno cuando habla de las modificaciones a la normativa en medios que es la convergencia. ¿Cómo se puede regular la convergencia?
Definir la convergencia es difícil porque hay muchas definiciones posibles. La consigna que parece manejar el gobierno es que todos pueden hacer todo. Esto significa eliminar barreras regulatorias para que la tecnología pueda indistintamente distribuir servicios audiovisuales, de telecomunicaciones o de internet. Si esa es la definición de convergencia que toma el gobierno ya tiene incoherencias porque a su vez mantiene la prohibición para que el operador de TV satelital no pueda hacer nada más que TV satelital. Esto es: no puede operar canales de televisión abierta o de radio. Ya empezamos mal porque el gobierno plantea un eslogan de todos pueden hacer todo pero a las telefónicas no les permiten dar televisión por cable. Ese slogan no funciona en un país como la Argentina y el Estado necesita tomar recaudos. En la práctica, el Estado conducido por el macrismo apoya a algunos intereses y no defiende a otros. El gobierno tiene una visión futurista que comparte una mirada muy mercantil y adscripta al interés de los autores industriales del mercado y ahí entonces faltan otras miradas. El gobierno parte de la hipótesis de que todo va a funcionar sobre IP (internet) y entonces carece de sentido regular los medios audiovisuales con la intensidad con los que los regulaba la ley de servicios de comunicación audiovisual y como también se hace en otras partes del mundo. Para el gobierno esto es fruto del pasado, es anacrónico y hay un mundo que depende de Internet. Todo esto es muy lindo pero se desconoce de esta manera el uso de los medios hoy y compra una hipótesis como si fuera una constatación cuando el propio gobierno prorrogó licencias audiovisuales. Si esas licencias valiesen tan poco, y fuesen del mundo anacrónico que ya hemos sepultado, no veo cual es el esfuerzo para dictar un DNU para prorrogar por 15 años las licencias audiovisuales porque son 5, más opción a otros 10. Como ironía lo que les digo es: “Yo te cambio mi blog por la licencia de canal 13 o le digo a Telefónica tomá mi blog y dame la licencia de Telefé”. Hay un problema de irresponsabilidad conceptual, y ya no política, que es pensar que un nuevo salto tecnológico, la digitalización, barre con todo. Ningún salto tecnológico en la historia de la comunicación barrió con lo previo sino que recolocó las funciones sociales, los vínculos que establecemos a partir de esos medios pero no fue borrado de plano lo previo.
“Hay un problema de irresponsabilidad conceptual, y ya no política, que es pensar que un nuevo salto tecnológico, la digitalización, barre con todo”
Se está trabajando sobre dos normas discutidas y elaboradas en los últimos años de democracia, ¿qué crees que se puede retomar de esas normas?
De la LSCA hay algunos puntos centrales en los que en la Argentina no estamos tan lejos unos de otros. Por ejemplo, el reconocimiento del derecho que tienen las organizaciones sin fines de lucro a acceder a licencias de radio y televisión. Ese derecho, que fue reconocido por primera vez de manera integral en la ley sancionada en 2009, no está siendo discutido por el gobierno sino que el mismo Enacom y la comisión que trabaja en el anteproyecto de ley se han dedicado a enunciar que es uno de los principios que procuran mantener. Que los medios del Estado tienen que ser públicos y no gubernamentales nunca se cumplió. Está escrito en la ley de 2009 y el gobierno dice que es uno de sus principios fundamentales. Una cosa es la cuestión regulatoria normativa, sobre la que el gobierno dice que va a presentar una ley que va a respetar estos ítems. Si los respeta, significa toda una novedad para un sector político de derecha o de centroderecha. La derecha o centroderecha brasilera no reconoce este derecho, lo que quiere es criminalizar a los radioemisores comunitarios. En Chile se quiere que los comunitarios no tengan publicidad y que tengan una potencia minúscula en una extensión geográfica de un barrio.

Georgina García
Georgina García
Este proceso de construcción de un nuevo marco regulatorio se da al compás de modificaciones en el mercado con un nuevo esquema de concentración. Entonces, ¿este marco regulatorio nuevo no llegaría un poco tarde para regular la concentración?
Cualquier marco regulatorio llega en una situación dada. El problema es que la situación, en este caso, está dada por decretos y por un órgano de aplicación que contraviene los estándares del sistema interamericano de derechos humanos porque es un órgano absolutamente colonizado por el gobierno de turno. En ese sentido carece de autonomía, de independencia, de representatividad social y geográfica porque tampoco están allí las provincias. Es lo más unitario que se ha visto.

En ese aspecto, ¿no hay diferencias con Afsca?
Hay una diferencia con el diseño institucional que tenía Afsca. Muchos aspectos muy críticos durante el kirchnerismo fueron que a pesar del diseño institucional de la ley propuesta e impulsada, lo manejaron como si fuera una dependencia más de la Casa Rosada. El problema de este gobierno es distinto. No es un problema de incoherencia, más bien diría que es muy coherente con la idea de proyectar como el interés estatal los intereses que son particulares de grandes corporaciones del sector. Para eso necesitó colonizar y gubernamentalizar al extremo el diseño institucional y la integración de esta autoridad de aplicación nueva que ha creado que es este Enacom.

Participaste de la presensación que se hizo en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por las afectaciones al derecho a la libertad de expresión por parte del gobierno. ¿Qué crees que se modificó a partir de ese hecho?
Sirvió porque coloca en la agenda de los derechos humanos del continente los derechos a la comunicación y a la libertad de expresión. Además constituye una advertencia fuerte para el gobierno que venía avanzando, hasta ese momento sin ningún tipo de pudor, contra muchos de los estándares del sistema interamericano. Por ejemplo con la gubermentalización de la autoridad de control, considerar a la TV por cable un servicio de telecomunicaciones quitándole la obligación del must carry que es la programación de los canales locales. De hecho los funcionarios del gobierno, que participaron de esa audiencia, mintieron porque dijeron que lo del must carry ya estaba corregido y lo corrigieron recién semanas más tarde a través de una resolución de Enacom. Por mi parte, aunque el gobierno tiene la soberbia del discurso mercantil y que nada que no sea lucrativo tiene significación, que el pedido de la sociedad civil carece de sentido si no esta encuadrado en intereses industriales, en algún punto toma conciencia y retrocede.
“Como en muchos aspectos la herencia kirchnerista no es sencilla porque es una herencia de mucha retórica y de muchos hechos aunque no siempre haya correspondencia entre la retórica y los hechos”
¿Cómo ves el trabajo de la comisión redactora del anteproyecto de ley de comunicaciones?
La propia integración de la comisión tiene un rasgo muy manifiesto, entonces no están abiertos a todos las temas. Están abiertos a un núcleo de ideas muy conocidas por los que nos dedicamos a estos temas y que son francamente muy resistidas por buena parte de los actores no concentrados de estas actividades. El proceso participativo no es tal sino que es un proceso de escucha. El gobierno escucha a organizaciones: algunas políticas, otras sociales, y no es abierto sino que es a invitación del propio gobierno. Si consideramos que la participación es esa, tenemos una valoración muy diferente sobre lo que pensamos que es participar.

Decías en estos días que Arsat es una herencia valiosa.
Como en muchos aspectos la herencia kirchnerista no es sencilla porque es una herencia de mucha retórica y de muchos hechos aunque no siempre haya correspondencia entre la retórica y los hechos. En el caso de Arsat reciben una empresa muy valiosa, con capital extraordinario, con una red de fibra óptica que el kircherismo no supo o no pudo iluminar pero que está. Es una inversión de más de 1200 millones de dólares. Tiene un cuarto de la frecuencia de telefonía móvil, esa que supuestamente ganó Vila-Manzano, que se la quedó el Estado y que, por ley de soberanía digital, no se puede licitar fácilmente. Tiene los satélites Arsat 1 y Arsat 2, las localizaciones satelitales, un formidable centro de datos. Tiene mucho potencial no desarrollado en términos de modelo de gestión. El desafío es gestionarlo, operativizar el capital que tiene. A su vez tiene que lidiar con las internas, que todo gobierno tiene, respecto a qué hacer con esta joya. Me parece que es una posibilidad formidable para meter a las provincias adentro de un modelo parecido a la coparticipación de los recursos hidrocarburíferos pero con la idea de que es una empresa con un potencial que no se tiene que gestionar solo desde el Obelisco sino que las provincias tienen que decir algo. A una provincia alejada de la zona centro, de la zona núcleo pampeana, tener o no tener la fibra óptica activa le cambia la vida. Significa meter a los hospitales en línea, a los municipios en línea. Ojalá el gobierno esté a la altura. Tengo una buena valoración de (Henoch) Aguiar tanto en lo que fue su rol como funcionario de la Alianza como ahora que es vicepresidente de Arsat pero también lo escuché a [Rodrigo] de Loredo -titular de Arsat- y a [Oscar] Aguad -ministro de comunicaciones- y no dicen lo mismo.

Georgina García
Georgina García
En este gobierno hay dos ministerios relacionados a la comunicación: el de comunicaciones y el de medios públicos. ¿Cómo ves la comunicación del gobierno sobre todo con una frase inaugural muy fuerte de Marcos Peña que fue “se terminó la guerra con el periodismo”?
A estas áreas hay que agregarle la jefatura de gabinete y la secretaria de comunicación entonces hay cuatro patas, lo que da cuenta de la prioridad que le asigna el gobierno. La frase de Peña es reveladora porque para el gobierno los medios y los periodistas independientes son un grupo de treinta o cincuenta personas. El mundo de la comunicación se reduce a cincuenta personas que son Clarín y La Nación, y dueños, accionistas y editores de Clarín y La Nación. Es muy empobrecedora la mirada sobre el periodismo independiente y muy descalificadora de todos los que no son grandes y poderosos. Es muy ignorante además de una historia que tiene otros actores que incluso son empresariales y lucrativos pero que no son tan enormes como Clarín y La Nación o no son tan oficialistas como La Nación. Clarín no creo que sea tan oficialista en este momento. Tuvieron la política de secar el mercado de publicidad oficial con lo cual provocaron una crisis muy previsible en los medios que estaban sostenidos por los anabólicos de la publicidad anterior como [Sergio] Szpolski y compañía. Dejando expuesto además el cretinismo de esos empresarios y la falta de controles estatales de la generosa cesión de recursos públicos de los años anteriores. Porque le estas dando cientos de millones de pesos a un tipo que además después fue candidato tuyo en Tigre y nunca controlaste adónde fue esa guita, todo es penoso. La política actual no molesta a los poderosos de la plaza porque se sostenían incluso a pesar de la discriminación de pauta que se hacía contra ellos en el gobierno anterior y porque tienen una cartera de ingresos que no depende de la publicidad oficial, por lo que no los problematiza, les saca competencia y disciplina a su masa laboral. Yo he criticado mucho el manejo de la pauta oficial durante el kirchnerismo pero esto es grave en términos de los efectos sociales que tiene.

¿Que opinás sobre los perfiles de los titulares de estas carteras?
Lombardi está en órbita. Un poco lo demuestra en los medios que tiene a su cargo, también muestra limitaciones pero pasa un primer filtro. Aguad carece de competencia en estos temas. Hay declaraciones en las que revela poco conocimiento en la materia. Si querés tener un gobierno competente, no es el caso. A su vez, están aisladas las áreas que te mencionaba.

Esta semana la comisión bicameral de seguimiento de la comunicación audiovisual propuso a dos directores de Enacom y el Frente para la Victoria decidió no postular candidato.
Si pienso en el FpV, con otro marco institucional, el problema era a quien designaba. Porque una opción es Graciana Peñafort que es un cuadro político comunicacional y legal que te defendió la constitucionalidad de la ley y, en parte gracias a su muy buen desempeño, la Corte Suprema en 2013 falló sobre la plena constitucionalidad de la ley. O lo designás a [Guillermo] Jenefes, ex senador, dueño de gran parte de los medios de Jujuy y también de esa fuerza política.
“Para el gobierno el mundo de la comunicación se reduce a cincuenta personas que son Clarín y La Nación y dueños, accionistas y editores de Clarín y La Nación”
¿Y los dos que se sumaron? Ambrosini por el Frente Renovador y Giubergia por Cambiemos.
Si tuviera que analizarlo genéricamente diría que es muy representativo de la falta de política de los partidos políticos grandes de la Argentina porque no tienen cuadros, no tienen políticas sobre estos temas. En muchos casos lo que hizo el PRO de manera más evidente, a partir de la asunción de Macri, fue tercerizar buena parte de sus políticas, en sectores industriales que son entre otras cosas quienes redactaron el DNU 267. Ese decreto no salió de los cuadros comunicacionales del PRO o de la UCR sino del bufete de abogados de grupos de comunicación. El PRO exhibe de manera explícita esa tercerización, delegando la confección de una política en actores empresariales, y permitiendo que ocupen los dos lados del mostrador. Pero también lo patético de la designación de miembros de la comisión bicameral para Enacom es que, tampoco en otros partidos, las cosas son tan distintas. Esto no quiere decir que Giubegia o Ambrosini sean tipos de las corporaciones. Porque no creo que sea así sino que lo que resuelven son temas internos del partido. Es como Aguad que podría haber ido a Comunicaciones como a Defensa.

¿Te sorprendieron los perfiles de quienes integran Enacom?
Sí, porque tenían mucha cercanía con los operadores mas importantes. Encontrás cercanía con el Grupo Clarín, Telefónica-Telefé, Cadena 3. No digo que sean “empleados de” pero hay mucha cercanía con lo que creen que es el periodismo independiente, los grandes medios: Clarín, Telefé, Cadena 3. Igual insisto con la poca masa crítica que hay en el mismo sistema político. La derecha no tiene cuadros propios del mundo de la política. En otras áreas, como en educación, vos encontrás tradiciones políticas que tienen cuadros propios. En políticas de comunicación me parece que no.

¿A que te parece que obedece?
Hay una especie de conveniencia mutua. Los partidos no producen cuadros ni producen política propia y a cambio, lo que esperan, es un trato editorial favorable.

DE SAN MARTIN A MACRI... -- REVISTA ZOOM

9 de julio: de San Martín a Macri (primera parte)

Primera de una serie de tres entregas a 200 años de la independencia argentina
9-de-julio
1. La historia como territorio de disputa
La historia no es un mero ejercicio intelectual de quien no tiene otra cosa más interesante para hacer. La historia construye sentidos, nos habla de caminos que nos constituyen al mismo tiempo que nos marcan rumbos. Por eso siempre ha existido una política de la historia. Siendo como es la historia terreno de disputa entre proyectos diversos que quieren encauzar el devenir del país. La historia es, en definitiva, la política vista para atrás, con lo cual el recorte que se hace de la misma está determinado, más allá de los hechos que efectivamente sucedieron, por la interpretación que se hace de los mismos, por la importancia que se asigna a unos y a otros.

Cuando se escribe la historia oficial a fines del siglo XIX, Mitre -un pésimo militar pero un hábil político- comprende la importancia de construir un sentido que justifique el protagonismo de la oligarquía porteña que se había encaramado en el poder después de la batalla de Pavón.

El general Bartolomé Mitre busca parcializar la historia con una mirada porteñocéntrica y por eso le da mayor importancia a la Revolución de Mayo gestada en el Cabildo de Buenos Aires y minimiza la trascendencia de la declaración de independencia de Tucumán, el 9 de julio de 1816. Para hacerlo inventa la idea de un hecho original y único surgido de la genialidad de los comerciantes de una Buenos Aires que apenas pasaba de 30.000 habitantes pero que estaba supuestamente sedienta de hacer negocios con el mundo, de insertarse en un mundo del que se hallaba aislada por el proteccionismo y el monopolio español. Es cierto, los discursos de la derecha se parecen a si mismo a lo largo del tiempo. Lo falso de este razonamiento es que la llamada Primera Junta no es ni siquiera la primera junta que se da en el territorio del virreinato del Rio de la Plata. En efecto, hubo una antes, en 1808 en Montevideo, a instancias de Elio (máxima autoridad militar de la Banda Oriental) y sobre todo del rico comerciante nacido en el país vasco llamado Martín de Álzaga. Esta junta fue formada por sectores conservadores en contra de Santiago de Liniers, por entonces Virrey interino, colocado por el pueblo de Buenos Aires en función de su destacada actuación durante las invasiones inglesas. Luego vinieron dos juntas revolucionarias, en Chuquisaca y La Paz. En la primera, donde se ubicaba la universidad más importante de la región y donde estudiaron muchos de los jóvenes patriotas que protagonizaron luego la revolución en Buenos Aires, el protagonismo lo tuvieron los sectores populares encabezados por Murillo y acompañado por un joven universitario Bernardo de Monteagudo. Como es de imaginarse, la reacción españolista, los conservadores de la colonia, fueron más duros con la rebelión popular. Y Murillo pagó con su vida la osadía de desafiar a los poderes constituidos. En la respuesta de los reaccionarios quedó sellada la forma en que habría de dirimirse la cuestión democrática en América. Los sectores conservadores estaban dispuestos a poner la casa en orden con represión.
“Cuando se escribe la historia oficial a fines del siglo XIX, Mitre -un pésimo militar pero un hábil político- comprende la importancia de construir un sentido que justifique el protagonismo de la oligarquía porteña que se había encaramado en el poder después de la batalla de Pavón”
2. La gestación del hecho maldito del país colonial
Desde las reformas borbónicas realizadas en el siglo XVIII, cuando esta casa real llegó al poder en España, el territorio americano, que durante más de dos siglos había sido regido por la corona, empezó a mostrar signos inequívocos de inestabilidad. En su seno se gestó un hecho maldito, una contradicción que no es resoluble en el marco de la pax de la colonia, pero que tiene sus causas, sus detonantes, sus primeros propósitos y hasta sus límites, en el marco de esa América mestiza, sustrato del imperio colonial español en estas tierras. Los sucesos en la metrópoli serán su catalizador. Pero las capas tectónicas del subsuelo de la patria ya empezaban a moverse. Ese imperio, montado con velocidad de conquista (voraz y al mismo tiempo épica), que engendró un nuevo espacio cultural y político, se estabilizó en el tiempo en condiciones de colonialidad –que se prolongaron alrededor de tres siglos–, pero fue conmovido hasta los cimientos en tan sólo un puñado de años. Ello permitió acabar, más de un siglo antes que el resto de los territorios ocupados por Europa en África, Asia y Oceanía, con el yugo colonialista.

Esta emancipación, como no podía ser de otra manera, que empezó –tal como veremos– en la política española y terminó en un conflicto antagónico con el colonialismo hispánico, estuvo signada desde un principio por la guerra. Una guerra cruenta y fratricida, que en apenas quince años se llevará un porcentaje considerable de la población americana. Y que va a prologarse en sus consecuencias desastrosas para la economía, por la voluntad de un imperio que se niega a ser desmembrado. Precisamente, la vocación de todo colonialismo es de perpetuarse en el tiempo y resistirse violentamente a su desintegración cuando está francamente en decadencia, porque es incapaz de repensarse a sí mismo.

La guerra se extendió como una mancha indeleble por todo el territorio americano desde 1809, cuando aparecieron las primeras juntas en la defensa de los derechos del monarca legítimo Fernando VII, mediante la reversión de la soberanía, a idéntico modo que lo que sucedía en la península; hasta diciembre de 1824, cuando el último foco importante conservado por los colonialistas cayó derrotado en manos de las tropas sudamericanas del general Antonio José de Sucre, en la batalla de Ayacucho. La etapa histórica abierta con la revolución política que se resuelve en el movimiento emancipador, experimentó avances y retrocesos a lo largo de tres lustros. Pueden señalarse en este camino tres períodos o etapas. El primero se inicia en 1808 y 1809 con la constitución de las primeras juntas en América, producto de la ocupación francesa de la península ibérica. El segundo período va de 1811 a 1812 y marca las contradicciones de una guerra civil que se hace cada vez más cruenta y antagónica, lo que va determinando a cada vez más amplios sectores a escoger partido por la independencia, sobre todo a partir del regreso de Fernando VII en 1814 y su resolución de descartar los liberales españoles y conducir con los absolutistas. El tercer periodo lo constituye la ofensiva patriótica, ya definitivamente independentista, que va logrando instalarse a fuerza de convicción política de las masas y triunfos militares. En este periodo tienen lugar las grandes campañas continentales conducidas por el libertador José de San Martín desde el sur, y el libertador Simón Bolívar desde el norte, que convergen hacia el Perú.
“La guerra se extendió como una mancha indeleble por todo el territorio americano desde 1809, cuando aparecieron las primeras juntas en la defensa de los derechos del monarca legítimo Fernando VII”
Si la revolución tuvo no sólo el hecho detonante como catalizador, sino también el sistema de ideas que la impulsó, venidos desde afuera, podemos decir que la independencia se fue cocinando a fuego lento entre las contradicciones de la sociedad colonial.

Cuando los historiadores liberales piensan la revolución americana no solo la hacen argentina, incluso porteña, sino que falsean deliberadamente su interpretación inventando una inverosímil metáfora de la marca de Fernando. Como si alguien que quiere la independencia respecto de un monarca vivase el nombre de ese mismo rey para que no se de cuenta. Ridículo por donde se lo mire.

Bien dice el maestro Norberto Galasso en su excelente biográfica política del General San Martín: “Para la historiografía liberal, Mayo fue una revolución separatista, independentista, antihispánica, dirigida a vincularnos al mercado mundial, probritánica y protagonizada por la ‘gente decente’ del vecindario porteño”.

Todos estos mitos son forma de poner en primer plano de la política a la oligarquía porteña.

Para empezar, lo difícil de discutir es que, tanto en España como en América, el detonante del proceso fue la caída de la monarquía española en manos de Napoleón. La abdicación en favor de su hermano Jose Bonaparte por parte de los reyes borbones Carlos IV y Fernando VII había interrumpido la vida normal. Las instituciones representativas se habían desmoronado, la constitución política se había suspendido. Ni el pueblo ni los grupos de la elite estaban realmente preparados para tomar los pasos requeridos.
“Si la revolución tuvo no sólo el hecho detonante como catalizador, sino también el sistema de ideas que la impulsó, venidos desde afuera, podemos decir que la independencia se fue cocinando a fuego lento entre las contradicciones de la sociedad colonial”
Jorge Abelardo Ramos en su Historia de la Nacion Latinoamericana lo resume magistralmente: “La revolución hispanoamericana salta como una chispa de la fulminante invasión napoleónica. Aunque la hoguera revolucionaria se propaga como el dictado de una orden, una larga gestación la había precedido en la historia de España y las Indias”.

Con excepción de México, Lima y Montevideo (que establecieron juntas reaccionarias) todo el resto de las grandes capitales americanas constituyeron casi al mismo tiempo sus juntas revolucionarias. Todas habían rechazado tanto la autoridad del rey impuesto por Napoleón como a las autoridades españolas representadas en la Regencia. Partidarios del juntismo contra partidarios del Consejo de Regencia fue en esos tiempos la clave de interpretación de la disputa política de aquella coyuntura.

Los historiadores tradicionales, empezando por Mitre en nuestro país –pero también de los diversos Mitres de cada uno de nuestros países–, al no distinguir el proceso revolucionario del independentista, pretendiendo que el primero es un camino del segundo, pero condicionado por una coyuntura que no le permitió hacerse público, pierden la perspectiva que permite explicar las contradicciones principales y las secundarias. Ese error los conduce a otro, que es el de tomar la idea de las repúblicas que finalmente se constituyeron y pensar que su historia, así como su configuración, estaba previamente determinada. Es decir, que las revoluciones y las independencias fueron hechos de los países latinoamericanos tal y como ahora los conocemos. Los nacionalismos locales afirman así su identidad, no pocas veces en contraposición, no con el colonialismo ni con el imperialismo sino respecto de sus países limítrofes.

La revolución americana tomada en su conjunto como proceso político, en la particular situación de la crisis española y la independencia de nuestra América, como un proceso único pero que generó países diferentes, no alcanza a explicarse si no es a partir de considerar los argumentos reales esgrimidos por los procesos revolucionarios. El problema de la aplicación de pactum transaltionis (la reversión de la soberanía en el pueblo), que fue el principal argumento de los procesos revolucionarios esgrimidos por las capitales en donde estallaron, era la idea de que el poder volvía al pueblo -ante la imposibilidad del rey legítimo de ejercer el gobierno- y se multiplicaba también para reclamar la autonomía de las provincias respecto de las capitales. Allí está un principio que, mal abordado y en conjunción con los intereses de las incipientes oligarquías aliadas del nuevo imperialismo británico, terminó aportando a la fragmentación en la que concluyó el proceso emancipatorio de la América hispana. El derecho del pueblo de autodeterminarse, que los americanos liberales levantaron al igual que sus epígonos revolucionarios de la península, fue –en cierta medida– el límite mismo a la centralización necesaria para la unificación del proceso revolucionario.