martes, 28 de julio de 2015

DICE EL BLOG DE ABEL

Cuando la Nueva Política envejeció

julio 28, 2015
duran-barba
El fenómeno de la instalación del PRO como partido mayoritario en la ciudad de Buenos Aires, y el de la candidatura presidencial de Mauricio Macri han provocado una inundación de análisis y debates (También en este blog, confieso. Hace pocos días volví sobre el asunto aquí y aquí, dos posteos que juntaron 148 comentarios, algunos sensatos).
Se me ocurre que tanto palabrerío es causado porque no se deja claro que se trata de dos cosas bien distintas, aunque vinculadas en su origen y en su proyecto de este año. Y deben ser entendidas por separado. Una es la construcción de un partido de Derecha moderno – ¿o sería mejor decir para los modernos de derecha? -, una fuerza política con la ideología (que no se reconoce a sí misma como ideología) y los códigos de las clases medias altas, globalizadas, de la C.A.B.A. y los distritos más ricos del Gran Buenos Aires. Muy distinta de los viejos conservadores, pero que, como ellos, sabe usar a los punteros en los barrios más pobres.
La candidatura del Mauricio debe verse, en cambio, como el intento de crear un rival con chances para enfrentar a la coalición oficialista hegemonizada por el peronismo. Un rol parecido al que llenaron recientemente Henrique Capriles en Venezuela o Aécio Neves en Brasil. No es necesario subrayar que para hacer un intento decoroso, por lo menos, debe sumar muchísimos votantes que no tienen nada que ver con el PRO.
En doce días sabremos si el intento funciona, o no. Pero creo que vale la pena fijarnos un poco más en el PRO  y en sus formas de hacer política – no sólo porque la jugada Macri está inevitablemente condicionada por ellas. También porque, aún si Macri fracasa ahora o en octubre y vuelve a Boca o se dedica a su familia, el PRO y el espacio social que ocupa van a seguir existiendo. Y contando, por cuatro años, con los recursos del 3er. presupuesto del país, el de la ciudad de Buenos Aires.
Sobre el espacio social que dio origen al PRO, el mejor análisis, en mi juicio, es ella crítica de José Natanson de Mundo PRO, de Vommaro, Morresi y Bellotti que subió Panamá Revista. Sobre su idea de la política… a lo mejor bastaría con leer la charla que dio Jaime Durán Barba a un grupo de dirigentes del PRO en Pericles. Después de todo, es el autor del libreto original.
Pero las modificaciones tienen que ver con esta campaña. Así que quise acercarles este artículo de Luis Tonelli. No kirchnerista él, pero por eso mismo puede tener una visión más objetiva de donde fracasó la Nueva Política que el PRO traía.
Mauricio Macri está en una encrucijada: o acepta que el modo en que quiso entender la política estaba equivocado o bien prefiere olvidarse de ganar, quedarse con su verdad y juzgar que todos los demás son los equivocados.
Para Macri y los suyos, el 2001 marcó un antes y un después en la política nacional, y en eso es imposible no estar de acuerdo (cosa muy diferente a estar de acuerdo en el modo en que la crisis ha impactado sobre la política). En la visión del todavía Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en la que está acompañado no solo de sus colaboradores más íntimos sino también de prominentes académicos, la crisis marcó el ascenso imparable de la demanda ciudadana por una Nueva Política. En esta perspectiva, el “que se vayan todos” jubiló tanto a la clase política como a sus prácticas y cualquier nostálgico que a ella se asociara sería castigado por la sociedad.
La Nueva Política tiene una fórmula sencillísima: todo se trata en ofrecer lo que la G.E.N.T.E. quiere. Que la Vieja Política siga sobreviviendo se trata simplemente de un problema de oferta. Una vez que la Nueva Política genera sus “productos”, entonces la Vieja Política queda desplazada de una vez y para siempre.
Obvio, no hay como un triunfo para validar una hipótesis política, y Mauricio Macri llegó al gobierno de la Ciudad repartiendo globos, pintándose de amarillo y siguiendo encuestas a pie juntillas. De todos modos, como ya sospechaba David Hume, correlación no es lo mismo que causalidad. El cielo de París se llena de cigüeñas en primavera, justo cuando se da la mayor tasa de natalidad en esa ciudad, y no por eso vamos a colegir que la hipótesis que a los chicos los trae la cigüeña queda demostrada!.
Uno podría presentar hipótesis alternativas, sin ninguna pretensión de verdad absoluta ni mucho menos, tal como que Macri se aprovechó de la crisis de los partidos políticos de la Ciudad de Buenos Aires y que fue beneficiario de algo tan viejo como el voto estratégico (artilugio que en el balotaje reciente se le volvió en contra como un boomerang). La cuestión es así: uno vota, dentro de los que tienen posibilidades de ganar, a quien más prefiere. Si no tiene posibilidades de ganar el candidato a quien se prefiere, entonces se vota a quien le puede ganar a quien menos se prefiere.
La crisis de los partidos en la Ciudad de Buenos Aires rompió la coordinación del voto estabilizada via partidos, y abrió con la pregunta “¿Y ahora a quien voto?”, la caja de pandora de la multiplicación de las posibilidades electorales –cosa que no sucedió en la mayoría de las provincias, ni tampoco en el Conurbano Bonaerense.
Más que una nueva forma de representación, desde esta perspectiva el ascenso de las celebrities viene a resolver evolutivamente (o involutivamente, lo que sea) los problemas de coordinación que siempre se dan cuando votan millones de personas. Periodistas y marketineros de la política piensan al electorado como ese colectivo de individuos denominado G.E.N.T.E. que responde pavlovianamente a las pulsiones mediáticas publicitarias. Pero, dado que los “consumidores electores” también son personas y tienen una historia, están instalados en una determinada sociabilidad política que los hace cualquier cosa menos una tabula rasa. Al debilitarse los partidos políticos como coordinadores del voto, surgen los candidatos, pero estos no son insípidos, inoloros e incoloros, si no también tienen una historia que no puede borrar ni generar totalmente las técnicas de mercadotecnía.
Yendo a la elección Capital, no se trata solamente de que Martín Lousteau haya sido mejor candidato en términos publicitarios que Horacio Rodríguez Larreta. Si no, el candidato de ECO hubiera ganado y en la primera vuelta. Simplemente el PRO exuda un síndrome de elementos (que antes hubiéramos denominado ideología) que los asocia a los sectores más pudientes de la sociedad porteña. Así mismo, las características de celebrity de Mauricio Macri, mas Boca Junior más el asistencialismo direccionado por sus socios del peronismo porteño (aquí no hay Nueva Política que valga) le permitió consolidar al PRO un voto en los sectores más bajos de la población – incluso la villa 31 en Retiro-.
O sea, la composición electoral típica (sectores altos y medios altos y bajos no estructurados) que tienen en todo el mundo los partidos políticos más recostados en la derecha. O para decirlo más brutalmente, la etiqueta de Nueva Política no disimuló el acento y la prosapia upper class del PRO.
Frente a este arrinconamiento en un extremo, la estrategia de Lousteau fue clásica: situarse en el medio del espectro político (onda, gestión PRO e ideas PROGRE), y en una segunda vuelta, disfrutar del voto estratégico de los que se encontraban en las antípodas del PRO. Claro que el líder de ECO tenía un claro enemigo, el voto en blanco, que siempre queda sobreestimado en las encuestas, porque es un expediente sencillo y no estigmatizado socialmente para esconder un voto que va contra la identidad política de algunos votantes puros.
El “mapa” del voto de la segunda vuelta en la Ciudad de Buenos Aires, indica cualquier cosa menos “independencia”: el voto hacia Martín Lousteau se enseñorea de la Avenida Rivadavia, reino de la clase media “capitalina” –gentilicio usado por Néstor Kirchner- ensanchándose su dominio hacia el Oeste, O sea, el que fue siempre el reino del radicalismo porteño.
Si esto sucede en la muy posmoderna Ciudad de Buenos Aires, uno puede imaginarse lo que sucede de pretender que todo el país se encuentre dominado por la Nueva Política. Los resultados de Santa Fe, de Córdoba e incluso de Mendoza señalan otra cosa“.

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