viernes, 8 de mayo de 2015

Macedonio Fernández: Fragmento de: "Soliloquio literario"*

del blog del amasijo



No sabría decir todavía, qué es más asombrosamente infinito, menudo, prolijo, si lo que se puede saber o lo que se puede ignorar. A los setenta años de tomar mates todos los días, no encuentro la solución que mi garganta me pide para el sorbo perfecto de tisana de yerba; no sé si me falta una algo diferente yerba, una colocación más apretada o floja de ella, una bombilla más corta o larga o estrecha, una temperatura más o menos caliente, una dirección dentro de la boca del sorbo salido de la bombilla, un sorbo más grande o más pequeño, o casi quemante, etcétera. Lo único que me falta, es haber nacido sabiendo todo esto, congénitamente.
Que se pueda saber la edad de un árbol nacido hace miles de años, y que se pueda ignorar una cosa tan íntima, cotidiana, inmediata, como cuál es el sorbo de mate que una garganta que se usa hace setenta años hallaría satisfactorio del todo: ¿qué es más asombroso? Pero en materia de conocimiento es una vacuidad hablar de asombros de que algo sucede o se niegue a suceder. Porque, ¿qué derecho tenemos a haber supuesto en un caso dado que algo era más difícil de acontecer y ser sabido, de acontecer y ser ignorado, que otro algo?
Lo mismo se puede morir de esto que de cáncer. Pero perdería ostentosidad la medicina si tuviera que decir en el certificado de fallecimiento que la persona ha muerto porque proyectaba mal sobre el fondo de la garganta el sorbo del mate amargo que usaba todas las mañanas.

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