viernes, 27 de marzo de 2015

EL BLOG DE ABEL, ESCRIBE GUIDO SOBRE EL LIBERALISMO ARGENTINO

Hay una sólida tradición liberal autoritaria en nuestro país que se remonta, como mínimo, a la consolidación del orden constitucional en el siglo XIX. Esa tradición cree en todo eso de los derechos del individuo, la libertad y demás valores históricos del liberalismo, pero afirma que esas son cuestiones de las que solo pueden gozar aquellos que hayan alcanzado el grado adecuado de la evolución. Y que a los otros hay que tenerlos cortitos para que no hagan macanas. La última gran expresión de esa tradición política fue la dictadura militar de 1976/83. Que se desempeñó tan, pero tan mal, que se quedó sin Fuerzas Armadas disponibles para otro experimento. Ahora sigue existiendo pero es más diluida, por suerte.
Es necesario tener claro que el Proceso de Reorganización Nacional (nombre significativo) no fue pensado para fundar un nuevo Estado (idea con la que jugaron algunos ejércitos latinoamericanos en los ´30 y ´40). Lejos de eso, ni siquiera intervinieron el Poder Judicial (aunque sí asesinaron a algunos miembros particulares de esa corporación). En líneas generales, procuraron que el estado siga siendo el mismo, con las intervenciones necesarias en las instituciones que fuera el caso pero siempre de forma provisoria (así, hubo decanos de facultades que continuaron en funciones mientras otros fueron expulsados, etc.). A diferencia de los fascismos o los comunismos la dictadura no planteó transformar el estado en un instrumento para reformar la sociedad: su objetivo era restaurarlo y dejarlo ordenado y respetuoso de los derechos de propiedad, como era antes de los ´40, o incluso de 1916, cuando los bárbaros se metieron a opinar en política con el voto. Nada de imperios milenarios o dictaduras del pueblo, solo volver a la constitución prostituida por el monstruo creado por las masas ignorantes.
Eso también es la tradición liberal (no solo en Latinoamérica; el propio Stuart Mills era partidario del voto censitario hasta tanto se eduque adecuadamente a los pobres). Y es, sobre todo, nuestra tradición liberal. La que hizo aquí las cosas que en otros lares hicieron los fascismos. Desde Ambrosio Sandeshasta Jorge Rafael Videla, pasando por el coronel Benigno Varela, ese radical democrático que fusiló obreros desarmados de a miles en la Patagonia.
Entiendo como se sienten los liberales. A los socialistas y demás personas de izquierda de países como Polonia o Hungría les debe pasar algo parecido. Proclaman lo bueno y humano que tienen sus ideales (y claro que tienen mucho de eso) y les responden con la policía secreta, las torturas y las muertes de su despliegue real, un incordio. Los menos sutiles de ellos optan por la negación, otros se orientan al misticismo del tipo “eso no era el verdadero socialismo/liberalismo, el posta posta está en un librito que tengo acá”.

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