sábado, 18 de octubre de 2014

REFLEXIONES DEL BLOG DE ABEL



Quiero aclarar que no soy un conocedor profundo del asunto. Sobre las diversas herencias étnicas y culturales que forman, y enriquecen, la identidad argentina y americana escribí bastante en el blog. Lo más reciente aquí. Pero no tengo un conocimiento especial de los mapuches. Ni siquiera estudié su lengua, como hicieron argentinos como Rosas y Perón.

(Sí recuerdo que, en tiempos en que se hablaba de razas y en las guerras era decisivo el coraje personal, sus enemigos “blancos” dijeron que era la raza más noble de América. Pero eso fue hace mucho).

Pasa que uno de esos comentaristas que aparecen en los blogs, con una obsesión y mucho tiempo libre, empezó a bombardearnos con alarmas sobre los designios mapuches sobre la Patagonia argentina (y chilena). Lo único curioso es que su otra (muy digna) obsesión es con “La Comunidad Organizada“. Parece olvidar que su autor era pariente, por el lado materno, de Calfucurá.

La cosa es que, para prepararnos para el inminente malón araucano, remitió – entre otras cosas – esta noticia que apareció en lmneuquen.com.ar:

“Un grupo mapuche armado prendió fuego el refugio Neumeyer de Bariloche este domingo 12 a la mañana en contra de las empresas capitalistas y la explotación petrolera, minera e hidroeléctrica de su territorio.

“Fuera wingka capitalista del Wallmapu, fuera represas de Kintuante y el Puel Willimapul, fuera petroleras, mineras, latifundistas, todo el territorio libre y recuperado para nuestro pueblo”, expresa el volante con la firma del “Movimiento Mapuche Autónomo Puel Mapu”.
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El siniestro se registró a primera hora del domingo 12 de octubre, cuando un grupo armado amenazó y ató a un árbol a los dos cuidadores del refugio. Luego roció con combustible el lugar y quemó el refugio, una retroexcavadora y parte del bosque lindero.
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… El histórico refugio fue construido en 1971 por el Club Andino Bariloche (CAB), quien fue el encargado de difundir la “triste noticia” a través de las redes sociales. Además, Parques Nacionales indicó que en horas de la tarde que presentó una denuncia ante Gendarmería Nacional“.

Francamente, no lo veo como un tema muy serio. Es como llamar “histórico” a un refugio construido en 1971. Es cierto que la presencia de europeos y sus descendientes en la Patagonia es reciente, pero no tanto. En cuanto al Puel Mapu… me llama la atención que con un idioma rico como el mapuche, usen ese viejo dialecto setentés. Aún los vascos, pueblo tradicionalista si los hay, lo ha dejado de lado.

Me acordé de comunicaciones escritas en un lenguaje mucho más diplomático y respetuoso, cuando los apretes eran más… reales. Rolando Hanglin, que es chanta pero laborioso, encontró estas cartas que intercambiaron hace 158 años el cacique general Juan Calfucurá, cuya influencia se extendía sobre el interior de Buenos Aires, la Pampa, San Luis, Mendoza, Córdoba y el norte de la Patagonia, con el mayor Manuel Iturra, de la Comandancia Militar de Bahía Blanca.

El cacique reclama seguridad para sus mensajeros y la devolución del indio prisionero Martín con sus dos caballos, uno tordillo y el otro oscuro, capturados recientemente por las tropas. Y hace pedidos: “Que regale a esos chasques los objetos que indica, así como a muchos caciques a los que es necesario contentar”; “que con los chasques le mande un guitarrero, que sea bueno para divertirse con los indios, en nombre de la buena paz, que el guitarrero no tenga miedo de ir, porque los indios son buenos”; “que así que se hagan las paces, se deben prohibir las estancias en Sauce Grande, Pillahuincó e Indio Rico, porque los indios ladrones van a robar ganado, y después le echan la culpa a Calfucurá”. Otros objetos que pide: ponchos, chiripaes, bayeta, yerba, azúcar, tabaco, espejos para las indias, cohetes, cuatro banderas, cuarenta naipes finos y una música que tenga buenas voces”.

“Olvidaré todo y tratemos de arreglarnos, pues los que murieron, murieron. Y ahora vamos a hacer buenas paces para siempre. Yo no tengo padre ni madre ni hermanos que me lloren, y estaba dispuesto a hacerles siempre la guerra, y no dejarlos prosperar, pero me conduelen tantos infelices que no tienen culpa. Padecen y mueren inocentemente, y es por eso que quiero hacer las paces; don Manuel, sabrá usted que estoy esperando como cinco mil indios que había mandado venir yo, y ahora , como vamos a hacer las paces, tengo que hacerlos volver a sus destinos y para medios contentarlos pido a V. me mande dos carretas con géneros. amigo Iturra, no se le haga mucho dos carretas de negocio, yo les voy a dar prendas de plata, mantas y otros regalos. Sobre lo que le pido no haga usted saber al gobierno, pues nosotros podemos muy bien entendernos“. (Esta parte me suena moderna).

(El redactor de la carta que dictaba Calfucurá era un chileno de apellido Valdés, quien asimismo ruega por su parte a los oficiales Iturra y Susviela que publiquen en los diarios de Bahía Blanca o Buenos Aires un anuncio, diciendo que el señor José Valdés, su hermano, se encuentra con vida y también prisionero en los toldos de Salinas Grandes).

La respuesta fue igualmente diplomática:

“Comandancia Militar de Bahía Blanca, abril 29 de 1856.

Al gran cacique Calfucurá:

¡Mi hermano y amigo! Al recibir a tus capitanejos y darles mi mano derecha, te daba mi buen corazón como prueba de que yo, Iturra, mi plana mayor de oficiales, todos los habitantes del Pueblo y mis soldados gustosamente mantendremos la paz que debe haber entre todos, que somos hermanos y de una misma tierra.

Todas tus cartas las mandé por un barco que despaché al gobernador, porque era preciso que él también estuviera muy contento al saber que también deseas ser su hermano y amigo. Tus capitanejos, que mandaste aquí de parlamento, te dirán si yo e Iturra tenemos buen corazón para con tus mujeres, tus caciquillos, tus capitanes y tus indios, te dirán también que estamos muy pobres. Hemos buscado todo lo que podíamos encontrar para mandarles algo a todos.

En tu carta pedís a tu hermano, el mayor Iturra, que mande a su hijo Manuel. El va allá y en esto ves que cuanto Iturra dice y yo digo es de corazón.

Me mandás pedir al prisionero que yo tengo. Te lo mando sin esperar que vos, mi hermano y amigo Calfucurá, me mandes a las pobres cautivas que están llorando sus padres y sus madres. Pero ahora yo te pido, como hermano y amigo, me las mandes para probarme que nuestras manos derechas y nuestros corazones ya están juntos siempre, y sabe mi hermano y amigo Calfucurá que nuestro buen gobernador, don Pastor Obligado, que ya también es tu amigo, llorará de contento cuando vos, mi hermano y amigo, le mandes a las pobres cautivas. Y entonces él dirá: ´Ya no hay en mi tierra quien tenga que llorar´.

Te mando estos cuatro pasaportes para que tus chasques puedan andar con seguridad y que los mandes a negocio, que por todos nosotros serán bien recibidos, y yo e Iturra los cuidaremos como buenos hermanos y amigos.

Adiós mi amigo y hermano. Te saludo a vos, tus mujeres, tus caciquillos, capitanejos y tus indios. Yo, el comandante Iturra, mi plana de oficiales y todos los habitantes del pueblo, asiéndote la mano derecha en prueba de que somos hermanos y amigos.

Manuel Iturra, el sargento Pedro Lescano y los cuatro indios le manifestarán a mi hermano, ya amigo, la sincera amistad que todos te profesamos, y te suplico que me los trates bien, pues nosotros hemos hecho lo mismo con los tuyos.

Juan Susviela, a ruego el mayor Iturra”.

Si volqué todo esto aquí es porque 1) la historia argentina me fascina; y algunos comentaristas conocen a fondo ese tramo y podrán aportar (es una insinuación, Guido); 2) los fines de semana más de ustedes leen esto en sus PCs, y pueden disfrutar si tienen ganas un texto largo.

Pero, como ya le dije a ese obsesivo comentarista, la amenaza preocupante a la integridad territorial argentina no proviene de los mapuches, sino de una Potencia que ya tiene una base naval en nuestras islas y una guarnición militar permanente.

En realidad, el activismo que se proclama “mapuche” puede ser positivo para Argentina, si ayuda al acercamiento necesario con la nación con la que compartimos la Cordillera de los Andes y una de las fronteras más largas del mundo: Chile. Que debe tomar más en serio este problema, porque ahí la población que se identifica como mapuche es mucho más numerosa que entre nosotros.

Ésta, lo confieso, es una especulación. La única reflexión que puedo hacer con certeza es que malones eran los de antes.

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